El hogar, nuestro refugio
Nuestro hogar debe ser nuestro refugio de paz. Regálate un rato cada día para estar descansando, leyendo o sin hacer nada, contemplando el equilibrio del entorno que tú has creado. Te proponemos:
- Visita de vez en cuando un mercadillo o una tienda de segunda mano. No tienes que comprar necesariamente, disfruta de la belleza, intenta comprender el significado de las cosas antiguas. Si ves algo que necesitas o que consideras “un poema” (un elemento inspirador), llévatelo a casa. O bien date un tiempo para pensártelo y vuelve en otro momento. Asegúrate de no acumular cachivaches en casa.
- Crea un rincón especial. Coloca algo que valores (desde una reliquia a una piedra) en un lugar especial en tu dormitorio o tu estudio. Reemplázalo periódicamente.
- Date un paseo diario o semanal por el campo, un parque o la playa. Contempla los cambios de las estaciones en el paisaje, los colores, la luz… y llévalos a casa en forma de arena, hojas, etc.
- Construye algo con tus propias manos. Un dibujo o pintura, una pieza de cerámica, un marco para fotografías. Aprovecha la “producción artística” de tus hijos (sin pasarte). Contémplala, admírala. No ha de ser perfecto: es hermoso y lleno de significado.
- Pon una flor, rama o tallo que hayas encontrado fuera de casa y ponlo en un lugar bien visible: tu escritorio, tu mesita de noche, sobre el frigorífico. Cuando lo veas, date unos instantes para contemplarlo.